sábado, 18 de julio de 2009

Típico pensamiento social.

Es lo mejor, yo pienso que en este momento es lo mejor. ¿Yo pienso?

Se rematan en mi cabeza pregunta y afirmación como vectores con diferente sentido, pero igual dirección. Al reafirmar el doble sentido o sentimiento (ya no hablando de un vector sino hablando de mí, yo, persona, con carne, huesos, sentimientos y algunas cosas más) me veo indefectiblemente cayendo en una carecterización poco simpática: estoy confundido.

Confusión, realmente no la entendía, aquel arte barato que nos rodea nunca se ocupó en gastar su tiempo a ver qué carajo era la confusión. Claro no, pobre está confundido, sabemos que es una mezcla simple de cosas que te revolotean sin sentido por algún ínfimo lugar de tu cabeza, ¿y si no se entiende él, cómo voy a entenderlo yo?. Y ahora es que me pregunto: ¿y la ayuda? ¿dónde está la ayuda? A mi no me prepararon para ésto. Nunca pensé que era tan terrible. Estoy muy enojado, muy enojado con el arte en todas sus expresiones, ¡nunca se dramatizó! ¡nuca se dramatizó bien! Entonces, con una simple caracterización donde caigo inevitablemente encasillado tengo que mejorarme? Esto es muy mediocre. La vida frente a la confusión es muy mediocre. Me siento completamente discriminado por el mundo hacia nosotros, los confundidos, sumando con la terrible, terrible falta de refugio. Ésto es exclusión, yo podría definir exclusión en este momento. Pero no confusión y necesito ayuda.

El diccionario dice:

-mezcla de cosas diversas

-desorden, falta de concierto y de claridad

-perpolejidad, desconcierto y desasociego

-error, equivocación



No estás muy lejos de mi realidad de hoy en día, pero sigo enojado, me comparan con ejemplos estúpidos como un terremoto, un exámen o un montón de palabras. Yo no soy eso, yo soy la confusión, creo que merezco más respeto. los hombres me han sacado toda la dignidad, no para disminuirme, solamente porque no puede comprenderme. Nunca se habla de mi cuerpo, de mi forma, de mi estilo. ¡Yo soy la confusión! ¡Merezco poder! ¡Idolatría! Malditas criaturas se acuerdan de mí, sólo cuando me tocan y no pierden tiempo en sentirme.



Es ese mísero pensamiento social y cultural que invade mi cabeza y no deja serme, no deja sentirme, no deja construir mi confusión. Arriba hacia mí, me comprime y caen lágrimas.

Es lo mejor, yo creo que es lo mejor.

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