martes, 17 de febrero de 2009

¿Qué serán
estos números?-----------¬
A veces juego.
Todo el tiempo no.
A veces juego

domingo, 15 de febrero de 2009

Muerte de una mariposa

Ojos hermosos, claros, transparentes, energéticos, celestes, hermosos. Nariz respingada, en punta. Labios carnosos, grandes. Rasgos exóticos pero típicamente divinos. Piel bronceada, curtida; sus desdobles delataban años vividos, experiencia, sabiduría quizás. Pelo rubio, blanco, despeinado, gastado, sucio. Uñas largas y embarradas cazaban panes de una bolsa, una de sus ellas. Tenía tres, una repleta de panes y panes que quién sabe dónde habrían salido. Sus manos los atrapaban y rápidamente los intriducían en su boca, aquella de labios carnosos, que devoraba y tragaba casi sin saliva, pero tragaba. Pollera gris con vuelo, enagua. Camisa blanca con rayas celestes y rosas, simulando ser de hombre. Dos remeras "batic" superpuestas que asomaban detrás de las mangas arremangadas. Medias gruesas, abrigadas. ¿Qué tendría en las otras bolsas?
Mucho calor, hacía mucho calor. Sus piernas estaban hinchadas. Sus venas estaban hinchadas. Sus piernas estaban rojas. su pierna derecha, la que alcancé a ver, tenía un agujero, una especia de agujero, horrible, carcomido, lleno de sangre. Sus piernas tenían espacios en blanco, raspados. Sus piernas tenían relieves, varices. Zapatillas, medias, muchas colitas, muchas, muchas, viejas, hebillas, hebillas, muchas hebillas, muchas, demasiadas. ¿Demasiadas?
Tenía ganas de decirle que vaya al médico, tenía ganas de espiar la bolsa y descubrir medicamentos. Pero no lo hice. Le deseé un buen viaje. Pero no se enteró, aunque le ofrecí mi amabilidad.
Una mujer hermosa, llena de colitas y hebillas. Cualquier niña envidiaría aquellas pertenencias.

Remera roja, pantalón deportivo, gris, con franjas blancas, zapatillas preparadas para correr. Una esquina de barrrio acaparada por un negocio promocionado por una multinacional. En los vidrios sonreían todo tipo de juguetes que saludaban silenciosamente el nene, el que lo acompañaba.
Dedo pulgar e índice derechos extendidos, el resto de ellos en puño. Mano izquierda sosteniendo la muñeca de la derecha. Las manos inexpertas copiaban a las que sí tenían.
Pum pum pum, más fuerte! pum pum pum!. Tenía ganas de decirle que no lo haga. Tenía ganas de mostrarles algo, de distraerlos. Pero no lo hice. Y nunca se enteraron.
Seguí caminando, estaba cansada del trabajo, me esperaba mi familia en la cena y debía llegar temprano, a pesar de no tener mucha hambre.

Realidades paralelas.