martes, 26 de abril de 2011

Inentendible.

Las luces se desarmaron, quedamos todos de pie entre el silencio, mientras las facciones se dejaban caer a lo inesperado. Lenta y tristemente comenzamos a fracturarnos expresandolo.
Fue entonces cuando el tiempo se detuvo. Sin poder decodificarlo, nuestros movimientos comenzaron a desarmarse para quedar tan sólo algunos destellos en el aire del camino que transitábamos. Eso comenzaba a penetrarnos y se sentí,a atravesando los fascículos musculares, dejando escalofríos.
Fue entonces cuando el tiempo se detuvo. Las palabras quedaron estancadas en miradas incomprensibas. El aire se estancó en el pecho intentando rompernos para estallar y correr. Las manos, temblorosas buscaban algún cuerpo, algún objeto, algo estable. Pero el tiempo se había detenido, tan sólo unos pocos pudimos rozarnos con otros, encontrarnos en un abrazo, mirarnos y sin entender, compartir el dolor.
Aunque mis párpados se hayan inmovilizado en aquél momento, veo una sonrisa, borrosa, pero está. Con fuerzas, abro un poco más, giro mi cuello, lo estiro, amplio mi campo visual. Hay muchas y aunque no estén todas, aunque no sea necesario cuantificar, sé que son las suficientes.
El tiempo se detuvo, pero silencioso, no deja de escabullirse para seguir transitando, para en su empuje arrastrarnos de la espalda a la misteriosa vida.
Cuando el tiempo se frena...